sábado, 26 de diciembre de 2009

Día 86

La prueba de la armadura. El hombre armado no podía permitirse ningún riesgo, y por ello su equipamento tenía que probarse para garantizar que podría soportar un impacto a bocajarro provocado por una lanza o el disparo de una flecha y, después, de una pistola, un arcabuz, una tercerola o un mosquete. En el Musée d'Artillerie el peto del Duc de Guise es de gran grosor y tiene tres marcas de bala, ninguna de las cuales ha penetrado.
Fue, paradójicamente, este hecho en concreto - que la armadura estuviera hecha realmente a prueba de fuego ( y no que la llegada de las armas de fuego, volvieran obsoletas las armaduras) - lo que llevó al abandono de la armadura.
En el siglo XVII Sir John Ludlow observó que "Allí donde había alguna razón para temer la violencia de las pistolas y los mosquetes hacían la armadura más gruesa que antes, y ahora se han excedido hasta tal punto que, en vez de armadura, han cargado sus cuerpos con yunques. La armadura que llevan ahora es tan pesada que cargarla entumecería los hombros de un caballero de treinta y cinco años".
El hombre de armadura había demostrado que su traje de acero templado podía soportar las armas mas poderosas que existian, pero al hacerlo descubrió que el aumento de grosor del metal en el que enfundaba su cuerpo producía un peso que resultaba oneroso en extremo y, finalmente, insoportable.
...
Página 399 - El libro de la transfiguración

No hay comentarios:

Publicar un comentario