lunes, 30 de noviembre de 2009

Día 61

Y no puedo dormir… no me acostumbro al techo que aplasta la cama.

Estar aquí es diferente, las veredas no llevan historias tras de sí, o al menos a mi no me hablan como al resto, bajo ningún espacio y en ninguna altura estoy tranquilo, si me es ajeno hasta el viento que corta camino frente a esta casa. Siento que hay huéspedes, horas de feriados en la habitación, no hablan mucho, se limitan a mostrarme como es allá afuera, y no es grato, no lo es, ver como distingo al otro lado, una a una, cada cueva que se desprende a ciegas, y ahí van ellas sin despedirse la una de la otra, vomitando sus horas, esas mismas que han venido a acompañarme por acá.
Tampoco es tan tarde y es muy poco usual, como la bulla no le hace frente a la realidad, del lugar del que procedo, no es lo acostumbrado, mucho menos se le llama normalidad. Pero ¿quién soy yo para decirlo?, ¿quién soy realmente?, quizás se trata de una fuerza desconocida, algo superior, como la lluvia o este compas que sigue atado a las paredes, el que me hace imaginar esta lucha desigual en la cabeza…. No estoy tan preocupado, suelo ser muy a menudo… un ermitaño de mis propios ojos.
….
mira… otra cueva va cayendo sin despedirse de la otra.

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