jueves, 12 de noviembre de 2009

Día 47

El acertijo
De José Watanabe

Tumbado en la cama busco el ángulo, la coincidencia,
el montaje visual que me permita sacar los pies por la
ventana.
De este modo mis pies van a posarse en la pequeña colina de
las amapolas.
Allí permanecen toda la tarde moviéndose acompasadamente
como metrónomos. Los miro
pálidos y delgados.
Recuerdo que no hace mucho entre ellos se repartía
el instinto del vago
que viaja intuyendo las pieles más amables de la tierra,
arena, yerba, polvo, una y otra piedra en medio del río,
y sin extraviarse nunca.

La colina de las amapolas oscurece, recojo mis pies.
En el cielo empiezan las estrellas, numerosas y parpadeantes.
La más brillante y seguramente la más sarcástica
se acerca hasta el filo del tejado:
"Entre nosotras hay un acertijo, un camino
disimulado, el largo camino de regreso a tu casa,
tienes que encontrarlo posando el pie en la estrella
correcta".

En un hospital se confunden las voces propias y las flotantes.
La estrella ha hablado?
Díganle que mis pies han perdido el instinto del vago
y que el acertijo es muy cruel.

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