sábado, 2 de enero de 2010

Día 92

En el bosque de espinos
de José Watanabe

Los espinos nacen
bifurcados en el aire vuelven
a bifurcarse para tejer un bosque intrincado
como el mapa de los nervios.

Hay que ser cabra para vivir
en esta maraña punzante. hay que tener lengua
de cabra
para separar con resignación pasto
de espinas
y engordar.

Sé, por los pastores, que en ocasiones
una cabra de este tranquilo rebaño
entra en locura.

Aquí también la cabeza quiere muy poco,
un roce leve, una vaguedad hórrida,
para extraviarse.

Tal vez fue una punción casual,
un pincho venial,
para que todas las espinas del bosque, todas,
unánimes,
apuntaran hacia ella, la cabra que huye
y grita
y se deja en cada espina.

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